martes, 31 de julio de 2012

¿Qué hace un cristiano en vacaciones?...


IGREXA
¿Qué hace un cristiano en vacaciones?
Manuel Sánchez Monge, Obispo de Mondoñedo-Ferrol



Ante todo, descansar un poco. Podemos interrumpir el acelerado ritmo cotidiano y tomarnos tiempo para dedicar a los demás y al Señor. No olvidemos llevar en la maleta la Palabra de Dios, en particular el Evangelio. Las vacaciones son un periodo útil para reponer fuerzas físicas, psíquicas y espirituales que posibiliten un cambio en los aspectos de la vida que lo requieran.

Contemplar la maravilla de la creación, admirar su belleza y estremecerse ante la presencia y la grandeza del Creador. Es un don magnífico que podemos observar con la atención con la que Jesús la observaba para saber interpretar su lenguaje y sus signos. Hemos de respetar, custodiar y proteger la creación si queremos ser responsables frente a Dios, a los demás, a la humanidad del futuro.

Descubrir con curiosidad inteligente y profunda los monumentos del pasado como testimonios de cultura y de fe, verdadero patrimonio espiritual que nos habla de nuestras raíces cristianas, como las catedrales o las abadías, en los que la belleza ayuda a reconocer la presencia de Dios e invita a la oración por la humanidad en camino en el tercer milenio.

Vivir la alegre serenidad. Las diversiones distraen, los viajes alejan momentáneamente los problemas. Pero la alegría permanente brota de tener la ?casa interior? en orden. Las vacaciones son un tiempo privilegiado para una «puesta a punto».

Gozar de la familia y los amigos: las relaciones entre los amigos necesitan su tiempo. Las vacaciones son un momento propicio para acercar amistades, reparar olvidos, subsanar malos entendidos, visitar al amigo enfermo y dedicar horas a disfrutar de las buenas compañías

Prolongar la oración: tan escasa por las múltiples ocupaciones, es ahora un momento para mayor comunicación con el Señor y recibir de Él la fuerza y el estímulo para nuestro camino diario

Practicar la solidaridad: en vacaciones nunca se debe olvidar el amor a los pobres. Seamos austeros en el gasto y generosos en el compartir, cuidando y dando compañía a los mayores, apoyando interesantes actividades sociales y pastorales.

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